sábado, 25 de mayo de 2013

Lo uno y lo otro

Lo uno y lo otro
Gerardo Suter / Septiembre de 2003


Este texto, que fue leído en septiembre de 2003 en el marco del Coloquio 10o. Aniversario de ZoneZero organizado por Pedro Meyer en el Centro Nacional de las Artes de la Ciudad de México, nunca se publicó pero circuló marginalmente, ha servido de referencia a otros textos, y por ello creo importante darle difusión en este espacio.



09. Tiempo nueve (hoy)

Como instantáneas en mi memoria aparecen imágenes del pasado que tratan de ubicarse desesperadamente en una línea del tiempo que concluye con estas palabras.


04. Tiempo cuatro (abril de 2003)

Cada vez que me invitan a participar en un foro de este tipo y recibo el programa con el título de la mesa, el tema de mi intervención y la de los demás participantes, me pregunto qué es lo que los organizadores quieren que se diga y qué más espera el público asistente.


09. Tiempo nueve (hoy)

Mi reflexión es la siguiente: antes que nada, que me encuentro en un foro relacionado esencialmente con la fotografía y paralelamente al de las nuevas tecnologías (o viceversa), en el que se entrevé una dicotomía entre lo analógico y lo digital, y donde parece no tener sentido tal dicotomía en los términos en que se plantea, o al menos desde mi punto de vista.


08. Tiempo ocho (20:17 hrs. / 22 de septiembre de 2003)

O al menos tal dicotomía no parece manifestarse en mi trabajo. Existe sí, lo uno y lo otro.


06. Tiempo seis (20 de septiembre de 2003)

Espero que la discusión entre lo analógico y lo digital se resuelva o se aclare con la participación de los otros ponentes.


09. Tiempo nueve (hoy)

Digo esto porque no sé qué vayan a decir los demás participantes ni lo que dijeron los que me precedieron, ya que este texto ha sido redactado antes de sentarme frente a ustedes. Curioso, el orden no lineal de estas ideas y la manera en que éstas aparecen en mi mente se asemejan a la forma en la que el lenguaje digital se estructura. Continúo.


03. Tiempo tres (septiembre de 1996)

En este mismo lugar, hace exactamente siete años, en una improvisada participación durante el V Coloquio Latinoamericano de Fotografía, comenté que el trabajo teórico debería encaminarse hacia el análisis y definición de las características constitutivas de este nuevo lenguaje y evitar ver el fenómeno digital como si se tratase de un problema de meras herramientas.


01. Tiempo uno (diciembre de 1994)

El día 1 de diciembre de 1994 cambiamos de Presidente de la República: Carlos Salinas de Gortari le entrega el poder a Ernesto Zedillo. Ese día, lo recuerdo bien, tuve el primer encuentro cercano con el mundo digital en un taller que, unas semanas antes, había organizado Pedro Meyer en colaboración con el Centro Multimedia. Curso de adoctrinamiento o catequesis, podríamos decir.


09. Tiempo nueve (hoy)

Desde entonces he tratado de comprender a través de la práctica las particularidades de este nuevo lenguaje.


02. Tiempo dos (Julio de 1995)

Después de 6 meses de trabajo, en julio de 1995, realizo un proyecto para el Centro de la Imagen en la Ciudad de México. Este proyecto fue el inicio de una serie de trabajos que involucraban el espacio real dentro de mis propuestas artísticas, pero también fue la primera vez que decidí extender el concepto de instalación del espacio real al espacio virtual. De hecho, decidí incorporar a la exposición del Centro de la Imagen una obra colocada en el espacio virtual, en Internet. Poco conocía de este nuevo soporte y lo primero que me vino a la mente fue que las páginas en este espacio podían ser infinitas. Coloqué entonces una obra muy larga que el usuario tenía que visualizar de arriba hacia abajo. Este trabajo se complementaba con aquél del espacio real.

Otra característica que tenía la exposición, era que por primera vez me aventuraba a utilizar imagen en movimiento, y por primera vez, incluía sonido como parte de la propuesta.


09. Tiempo nueve (hoy)

¿Qué quiero decir con lo anterior? Pues que mi introducción a las nuevas tecnologías en diciembre de 1994 efectivamente me llevó, seis meses después, a incorporar en mis propuestas elementos nuevos: el sonido, el texto, el movimiento y el espacio virtual.

Veamos el caso particular del espacio. Dos arquitecturas se complementaban. El espacio arquitectónico real servía de soporte a una parte del trabajo: contenía algunas imágenes (fijas y en movimiento) y un sonido; el espacio arquitectónico virtual servía de soporte a otro tipo de trabajo: contenía una imagen generada a partir de una secuencia fotográfica y un texto. Un mismo visitante, en uno y otro espacio, en una y otra arquitectura, se movía de manera diferenciada. Tenía experiencias espaciales distintas y se relacionaba con la obra también de manera distinta. De hecho, la obra había sido producida en función de la especificidad arquitectónica de cada espacio.

Pero hasta aquí, nada que ver con una ampliación de las posibilidades creativas de la fotografía.

Vuelvo al inicio: no es lo uno sino lo otro.


05. Tiempo cinco (agosto de 2003)

Al tratar de entender el porqué de esta modificación en mi trabajo, me doy cuenta de que la misma especificidad de las llamadas nuevas tecnologías me llevó a introducir sin mayor complicación algunos nuevos elementos, como por ejemplo el movimiento y el audio. Podría decir que ya estaban allí, solamente tenía que tomarlos. ¿Y por qué sucedió esto? Porque esencialmente, imagen fija, imagen en movimiento, sonido o texto, se comportaban de la misma manera dentro de la máquina. El hecho de estar reducidas a la misma materia constitutiva, me permitía utilizar prácticamente las mismas herramientas y usar la misma lógica y estructura de trabajo.

¿Qué me proporcionaron las nuevas tecnologías? Reconocer que de manera autónoma podía trabajar no sólo con imagen, sino hacer que el texto y el sonido se comportaran también como imagen.

Sobre mi mesa de trabajo tenía ahora una herramienta parecida a una navaja suiza. Sin necesidad de recurrir a expertos en otras áreas, me sentía con la capacidad de recortar textos, perforar sonidos y limar movimientos, y es que en términos prácticos todos podían manipularse de la misma manera.

Pero detrás de la herramienta estaba el lenguaje.

En el lenguaje de los nuevos medios, se da un proceso natural de incorporación de elementos distintos, porque todos son tratados de la misma manera: como datos.

Repito. Nada que ver con una ampliación de las posibilidades creativas de la fotografía. No es lo uno, sino lo otro.


09. Tiempo nueve (hoy)

La fotografía se ve revalorada al surgir las nuevas tecnologías. Se acomoda y define su lugar. Se define como lo uno, con su especificidad, sus características; de hecho, ahora hay cada vez más artistas que reconocen esa especificidad y la potencian en su trabajo.

Pero también se produce lo otro, lo que no es fotografía, lo que se parece a la fotografía y que ha permitido desarrollar nuevas propuestas, ni mejores ni peores, sino distintas. Se da en otro mundo, completamente diferente, donde se pueden generar obras que no son fotografía, como tampoco son solamente sonido o imagen en movimiento.

La fotografía se ve así revalorada, reposicionada, consolida su lugar y se distingue de lo demás. Se exacerban sus particularidades. Ya no es necesario que imite otros lenguajes; ahora son los otros lenguajes los que toman prestado de la fotografía. Aparece lo otro, y lo otro es lo otro, es algo que se parece a la fotografía pero que en esencia no lo es. Se parece, se puede ver igual, pero no lo es.

Estas afirmaciones surgen de mi personal experiencia creativa. Dogmas al cajón.

Insisto, las nuevas formas no se desarrollan esencialmente desde las herramientas: es desde el lenguaje donde se plantea el cambio.


08. Tiempo ocho (14:00hrs / 21 de septiembre de 2003)

Confunden la fotografía analógica con la fotografía digital. La fotografía digital con lo digital. La obra con su difusión.

La fotografía no es sólo la imagen y lo que la imagen relata. Es también el soporte sobre el cual está colocada (tamaños, superficies, son parte del discurso conceptual).

Muchas veces hablar en términos, llamémosle, sustitutivos, es precisamente negar la estructura no lineal que las nuevas tecnologías proponen. Al decir que la fotografía analógica fue desplazada por la digital nos volvemos lineales y excluyentes. Insisto: no podemos generalizar, y en función del comportamiento de una herramienta evaluar el comportamiento y desarrollo de un lenguaje. Son cosas diferentes, que unos tengan prioridad, a veces, sobre otros, no significa que no pueden convivir o que simplemente uno cancele al otro. La riqueza de lo digital no radica tanto en su efecto sustitutivo, como en sus propiedades incluyentes.

Cabe mencionar que el lenguaje de los nuevos medios se manifiesta en todos los niveles de nuestra vida, siendo la fotografía en particular o el arte en general, tan sólo uno de ellos, y la nueva forma de producir imágenes pertenece a un universo mucho más amplio que al de las imágenes mismas. En el conjunto del Reino de lo Digital, se encuentra el conjunto del Reino de las Imágenes, como se encuentra el Reino de los Sonidos o el Reino de los Textos. Allí todos tienen algo en común y por eso se encuentran en el mismo conjunto. Todos son datos, información, unos y ceros; se nos aparecen de forma diferenciada porque así lo convenimos, pero en esencia responden estructuralmente a un mismo lenguaje.

¿Qué me ha dejado la experiencia creativa al trabajar con este lenguaje? Frustraciones y satisfacciones. La gran inestabilidad del mismo, lo cambiante, me ha hecho cancelar, abortar muchos proyectos; pero también me ha permitido realizar otras cosas, totalmente nuevas, que interactúan con la fotografía pero que no la sustituyen. Es más: podría decir que hasta me he vuelto purista, fotográficamente hablando.


08. Tiempo ocho (16:40 hrs. / 22 de septiembre de 2003)

Definir a la fotografía desde el punto de vista meramente técnico me parece una simpleza; entonces, afirmar que todo aquello que se crea luz mediante puede caber en el mismo saco, me parece de igual manera simplista.

Explico. Efectivamente la fotografía es, como se dice comúnmente, el arte de escribir con luz; sin embargo, ésta no es sino una definición donde la física y la química hacen su digno trabajo, pero suena igual que llamar al fotógrafo artista de la lente: un lugar común de la poética. ¿Por qué no aceptar que la fotografía es algo mucho más complejo? ¿Por qué no decir que es el arte de escribir sobre el tiempo y el espacio, y esencialmente con el tiempo? La fotografía es mucho más que malabares físico-químicos; evidentemente al afirmar esto entramos a un terreno más difícil de definir y de explicar, probablemente a un problema de carácter lingüístico-filosófico. Pero si la fotografía fuera simplemente un asunto físico-químico, ¿por qué sacudió tanto a la sociedad de los siglos XIX y XX, y ahora del XXI? Lo atribuyo a que, entre otras particularidades, introdujo la variable tiempo en nuestra forma de pensar.

Si vemos a la fotografía como una herramienta y desde el punto vista meramente instrumental, creo que equivocamos el camino y extraemos conclusiones erróneas. En cambio, y además, si vemos a la fotografía como un lenguaje podemos comenzar a construir esa diferencia entre lo uno y lo otro, asumiendo que lo otro también es un lenguaje.

Estaríamos así comparando y valorando lenguajes: formas distintas de comunicar.

Hago la siguiente analogía y reflexión. Primero: no creo que sea adecuado decir que la escritura es el arte de escribir con tinta. El lápiz, el papel o el teclado de computadora son las herramientas que utilizamos para hacer visible un mensaje. Segundo: dudo que la luz sea la materia prima de la fotografía; lo es en cambio, el tiempo. Tercero: hablaría de categorías con distintos niveles donde unas son subordinadas de las otras. Aquí, la luz es una categoría subordinada del tiempo.

Dije que el tipo de soporte fotográfico importaba cuando abordábamos el qué decir; ahora agrego que no podemos definir la fotografía únicamente por el soporte que contiene a la imagen y tampoco podemos definirla como un objeto que ha sido generado simplemente por la luz. Ni la herramienta, ni un fenómeno físico-químico pueden definir a plenitud un lenguaje visual tan complejo como la fotografía. Esto es lo uno, y lo otro es lo otro.

La materia prima de lo otro son los datos. Los estímulos exteriores, sonidos, movimiento… Realidad, que en el Reino de lo Digital se reducen a un código binario, a matrices y funciones matemáticas. Con ello trabajamos.

Lo uno y lo otro utilizan muchas veces las mismas herramientas; pero lo que hacemos con uno y con lo otro son cosas diferentes.


09. Tiempo nueve (hoy)

En síntesis. ¿Qué han aportado las nuevas tecnologías a mi proceso creativo? Lo que he dicho hasta ahora: revalorar a la fotografía, conocer su especificidad y paralelamente ampliar mis posibilidades creativas desde lo otro, desde las nuevas tecnologías; desde donde puedo incluir la imagen fija o en movimiento, el sonido o el texto, y desde donde puedo combinar los espacios real y virtual reconociendo las virtudes potenciales y diferenciadas de cada uno de ellos.

El lenguaje de los nuevos medios me permite: uno, distinguir distintas formas de expresión; dos, reducirlas a un mismo universo; tres, trabajarlas en el mismo lenguaje y, cuatro, devolverlas a la circulación transformadas o no en lo que en su origen fueron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario