Al igual que la ciudad, la obra de Gerardo Suter se define como un continuo proceso. Probablemente, ésa haya sido una de las razones por las que decidió tomar el paisaje del D.F. como pretexto de su último proyecto. Probablemente, también, se debió al interés por la arquitectura y por esa inquietud de querer definir una arquitectura-instalación, dentro de otra arquitectura-museo, que proponga una visión de la arquitectura-ciudad.
Sea lo que fuere, al revisar su proyecto nos damos cuenta de que ambas afirmaciones son un hecho posible.
Revista DEFORMA
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